Desafiando la
percepción del espacio
A la obra de arte se le permite que siga su
propia evolución, inconscientemente guiada por el artista. Esto es lo que ha
ocurrido en el proceso creativo de Pablo Moreno Giménez. Desde que comenzó a
preparar su primera exposición individual, ha realizado una ardua tarea de
prueba y error hasta dar con su idea primigenia. A veces equivocarse es el
camino adecuado. Pablo Moreno ha investigado diferentes técnicas, soportes,
materiales y efectos incluso lumínicos para dar con el resultado que conforma
la exposición "Los límites de la imperfección" expuesta en Galería Léucade del
15 de diciembre al 10 de enero. Este artista murciano lleva una corta pero
intensa carrera artística. Su éxito ha estado asegurado en todas las colectivas
en las que ha participado, y por fin ha llegado el momento de su primera
exposición individual, abriendo con ésta una vía por la que camina muy firme, y
utilizando unas técnicas tan novedosas que todavía no tienen ni nombre. Una
suma de pintura e instalación casi escultórica en la que la obra adquiere un
valor bidimensional donde además, en algunas de ellas, las obras están vivas,
ya que los materiales utilizados están en continuo movimiento.
La psicóloga Ana Yáñez
dice que "el perfeccionismo, el miedo al fracaso y la no aceptación de las
pérdidas son aspectos que nos impiden una postura más flexible, relajada y
realista de la existencia. El wabi-sabi nos reconcilia con la incertidumbre, el
miedo, el paso del tiempo, el fracaso, o el hecho de que no siempre hay
respuestas; pero que también se puede vivir entre todas estas cosas y llegar
hasta a disfrutar de ellas". En las obras de Moreno Giménez vemos ese
wabi-sabi, un término japonés que habla de la belleza de la imperfección. A
través de historias mitológicas de varias culturas llevadas a la actualidad,
nos habla del miedo, la envidia, el poder de superación, la muerte, el dolor..,
refleja inquietudes que forman parte de nuestro día a día.
Cellini, Caravaggio, Rubens o Dalí son algunos de
los artistas que han representado a Medusa a lo largo de la historia, pero es
la primera vez que alguien la representa como lo ha hecho Moreno Giménez. Es
muy difícil simbolizar un icono tan notorio sin que se parezca a ninguna
representación anterior. Pero su Medusa es la más novedosa que hay hasta la
fecha en la Historia del Arte. La instalación que la conforma rompe con las
normas establecidas de la pintura. Pocas personas saben que en realidad Medusa personifica
el poder y la sabiduría femenina. En esta exposición, incluso dioses
masculinos como Seth u Horus han sido representados por una mujer, dándole un
valor mayor a ésta, reivindicando así el poder de la mujer, a la que Pablo ha
querido homenajear, considerándose un aliado feminista.
Toda su exposición es una
simbiosis de estas dos polaridades interactivas. El gesto y el signo unidos por
el mismo cordón umbilical de su pensamiento. El instinto y la inteligencia. La parte
innovadora y el equilibrio de lo clásico. Lo visible y lo invisible como
realidades de una única realidad. De frente al enigma ineluctable del universo,
las interacciones de Pablo entre iconología figurativa e iconología abstracta,
surgen como dos metáforas en movimiento, como dos símbolos en evolución. La
magia del espacio dentro de aquella relación intangible que es el
significante-significado. La libertad creativa de Pablo no se fija límites.
Avanza. Los signos estallan y se ramifican en su búsqueda de un espacio
dinámico. Para él, la imagen es precisamente esto: el espacio como protagonista
de la imagen, como una especie de símbolo en devenir. Como un problema visual y
plástico que debe ser continuado.
Pablo ha ido más allá de los
conceptos tradicionales de la pintura. El espacio había sido, en efecto para
él, una ecuación abierta fundada en el dinamismo y el devenir. Éstas eran
algunas de sus premisas más significativas. Posee un sentido proyectado hacia
el futuro del arte (valga la metáfora de la proyección tal y como lo hacen sus
obras trasparentes en la pared gracias a la iluminación) considerando la influencia
que ejerce la introducción de nuevos elementos sobre el arte.
Ha sabido darnos una lección
de simplicidad y síntesis, y también, de un nuevo modo de dimensionar el
espacio. Aspira llegar a otra dimensión en sus obras. No le basta con la
bidimensionalidad, si miramos más allá, podremos ver ese tejido del
espacio-tiempo…
Eso otorga a su obra un aire
tradicional, aunque no lo sea ni por los procedimientos ni por sus repertorios
formales. Tradicional no significa, en este caso, cosas del pasado, reiteración
de soluciones conocidas, sino utilización de un lenguaje nuevo que hunde sus
raíces en la tradición.
El arte asume toda
innovación, por sorprendente que parezca, siempre que tal innovación garantice
su necesidad. No se trata de alardear de revolucionario estético negando, por
negar, las técnicas del pasado, sino de incorporarse a la corriente viva del
arte de ayer y un poco de nuestro espíritu actual. Y para ello, lo de menos es
la utilización de recursos tradicionales o novísimos. Lo demás, dar una imagen
viva por medio de la expresión adecuada, necesaria, insustituible, como en el
caso de Pablo Moreno Giménez, artista complejo que traduce su complejidad a un
lenguaje de soberana sencillez aparente: actual, pero con toda la carga de una
tradición rica; innovador, pero ocultador de sus innovaciones a fin de no
quedarse en el mero hallazgo ingenioso.
Sofía Martínez Hernández
Crítica de Arte
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